Esa misma tarde
En unos grandes almacenes conoció a un hombre, un dependiente de la sección de complementos de caballero, que la miró con recelo. La mujer de la cabeza de piedra tuvo que inventar una historia muy elaborada y poco creíble que le permitiera comprarle varias corbatas.
A la octava corbata le deslizó un papel doblado con su número de teléfono en el bolsillo de su americana.
La esposa del dependiente tardó más de dos semanas en encontrar el papel de la mujer de la cabeza de piedra.
Esa misma tarde él la llamó.
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